Departamentos

 

la luna desde la terraza 

es la proyección no observada

de un cine mudo,

es la proyección quien observa

y se suspende sobre los árboles

la cara de alejandro 


Bajó el ascensor desde su departamento del último piso en su edificio de la calle Monroe, aunque más bien era el penúltimo piso, o de eso se convencía cuando se daba cuenta que vivía en el piso cuatro de diez, pero como nunca subía más allá del sexto podía pensar tranquilo que, si no era el último, era el antepenúltimo. Aunque a veces también su departamento se sentía como si fuera planta baja, pero nunca como si fuera el segundo piso.




y se olvidan las cosas

y él no las advierte

por miedo o por desinterés,

o por no saber la falta que hace

el cariño


Se pasaron esas pocas horas voladoras en el centro y pasó por el Obelisco y después se dirigió a su casa y, cuando volvió a su departamento en el segundo piso del edificio, algunas personas en el pasillo le dijeron eso que él se convenció de no escuchar, y cedió un poco más sus oídos, un poco, no mucho, y tal vez escribió algo que a lo mejor no le sirva y es quizás tan incierto su pasar que se acaban las palabras que denotan incerteza. Esa noche en su cama pensó de vuelta en el astro pero de una manera distinta, aunque mañana quizás vuelva al anteayer y la cachetada de ciclista tenga que repetirse.

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