7/2/20


I
Mi abuela y mi perro Flauta me dicen que los siga, yo voy pero doy una vuelta a la colina a la que subieron. Parece que estábamos en el parque Rivadavia y estaban haciendo una nota periodística. Sin embargo, cuando veo todo, no es el parque Rivadavia, sino un campo enorme con mucha gente meditando y muy tranquila, y había criaturas mágicas hermosas: unicornios, hadas. A todo esto, no encuentro a mi abuela ni a mi perro y me desespero, era un lugar que no conocía y que parecía nunca terminar. Lleno de gente meditando no quería gritar para no molestarlos. Al fondo logro ver una montaña muy flaca.
  Me subo al micro en el que había llegado y aviso a mis compañeros que no encuentro ni a mi perro ni a mi abuela, y me dicen que solía pasar y que a ellos les pasaron cosas desesperantes y tampoco podían gritar. Parece que es un micro en el que la gente sueña y el micro trata de eso. El micro sigue. Nos bajamos en algún lugar del mapa. Estoy con N, M y P. Miro las calles y estamos en Naón y Artigas (que no se cruzan). Me ubico y les digo a mis amigos para donde ir. Tenemos que cruzar unas vías y cuando llegamos nadie se da cuenta de que viente el tren. Yo cruzo las vías muy rápido y los demás intentan pero se arrepienten. N cruza y el tren frena, lo esquiva, vuelve para atrás y le pega en la cabeza, como castigándolo. Después el tren se va por la calle. Nos reímos de lo absurdo y seguimos caminando, pero vemos que el tren no nos deja pasar, apropósito. Siempre que intentábamos bajar a la calle no nos lo permitía. Me despierto dentro del sueño, estoy dentro del micro y les cuento a mis compañeros sobre mi sueño del tren.

II
Con L. vamos a comprar dos latas de birra, pero da mil vueltas y compra cualquier cosa. Hasta trae una damajuana de vino. Terminamos comprando dos vinos en cartón y un Ades de almendra, aunque yo le pedí que compre algo de comer. Salimos y nos quedamos en la puerta del chino en un cantero, porque había gente que conocíamos.

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