15/4/20
Antes pasaban cosas como que yo rompía la cuarentena, iba a Núñez y, caminando rápido ya que era de noche y no quería que me roben las zapatillas, llegaba a un aeropuerto o terminal de micros tipo Retiro, muy extraño en el que pensaban que yo era un valet, pero no lo era, y me escapaba, y llegaba a un museo de arte Inca, pero parecía bastante moderna. El museo era muy laberíntico y se terminó transformando en una quinta antigua de los años 20. Acá 4 primos fueron de vacaciones o de descanso, no sé, pero fueron. A la noche deciden jugar a un juego con su tío, que es Rodrigo de la Serna. Él es el cazador y tiene que cazar a sus sobrinos, pero éstos tienen como punto seguro algunas cortinas de la casa. Cuando están listos empiezan a esconderse juntos, van por la quinta y cuando ven al tío se esconden en las cortinas. El tío, con un color amarillento que los asusta, se pega a la cortina y grita. Los chicos se asustan y se ríen también, pero el tío no para y empieza a morderlos. Todos se asustan de verdad y tratan de escapar. Llega un señor viejo, parecido al daguerrotipo de San Martín, y dice con acento argentino-chileno:
-¡Muere! ¡Devorador de maricones! ¡Muere, muere!
El tío empieza a morir, cae al piso y saca de a poco un pus negro de los ojos y la boca
-¡Muere! -continúa el señor- ¡Saca toda la mierda que tienes dentro! ¡Sácala, sácala, sácala! -recupera su acento argentino- ¡¡¡Sacala!!!
El tío ahora no es más que una bolsa de piel, llena de pus en las cavidades donde hubo ojos o boca.
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